"TODO TIENE SU TIEMPO Y SU MOMENTO "
Marzo 23 de 2020Aplica perfecto en este momento coyuntural que atravesamos, donde están siendo rotos todos los paradigmas sociales, económicos, políticos, y culturales, dando paso al gran desafío de plantearemos una total reingeniería en todas las áreas.
Nunca pensamos vernos abocados a una cuarentena, y tampoco vimos tan inminente el hecho de asumir consecuencias tan radicales por nuestras indolencias.
Pero como dicen las abuelas “no hay que llorar sobre la leche derramada” y hay que mirar lo que viene con optimismo y buena disposición, preparándonos, reinventándonos y haciendo correcciones y ajustes a nuestros proyectos de vida.
En un momento donde no podemos hacer muchas de las cosas cotidianas que hacíamos, hay que cambiar la perspectiva, y pensar en aquello que si podemos y debemos hacer.
Es el tiempo de arreglar lo dañado desde adentro, revisando lo que hacemos con lupa, para detectar aquellas cosas que deben ser cambiadas, renovadas o descartadas. Es el tiempo de escribir de nuevo la historia personal o de nuestra empresa o de nuestra familia en cuaderno nuevo y aceptar el momento como una estupenda oportunidad de hacernos nuevos; no solo desde lo laboral sino desde personal , dándole lugar a la espiritualidad como un aspecto que nos completa, inherente a nuestro ser y que merece ser revalorada y puesta a funcionar; pensándonos como seres sociales , que por cuestiones de tiempo hemos dejado atrás “al otro “ como parte de nuestro universo y por qué no, volver a sentirnos parte fundamental de los otros y su universo.
Es un gran momento, en el que tanto tiempo disponible nos quita la disculpa y nos pone en contexto, reconociendo cara a cara a nuestros “otros”: hijos, papás, espos@s, amigos…tenemos la oportunidad de vernos, hablarnos, conocernos, y descubrirnos… y lo mejor podemos hacer ese trabajo de artesano, de restauración, limpieza y creación con nuestro interior, buscando en nuestro corazón esos recuerdos que nos reconcilian con la razón que tenemos para trabajar, con aquellas cosas que nos hacían felices y que hace mucho dejamos de hacer; tenemos el tiempo para reevaluar esos proyectos que olvidamos en la gaveta y que fueron planteados en su momento como el trampolín hacia la felicidad, revisar los cadáveres que llevamos a cuestas y que es momento de dejar de una vez por todas: rencores, odios, malos recuerdos, venganzas postergadas, frustraciones, miedos…
Si, “todo tienes su tiempo y su momento”, este es el momento ideal y único para empoderarnos de un mundo nuevo que habrá que construir y que necesitara de lo mejor de nosotros para salir adelante. Es momento de vivir la Esperanza y prepararnos con todo lo que somos: Espíritu, Alma y Cuerpo y disponernos a reconstruir nuestra sociedad aportando lo mejor de nosotros.